jueves, 12 de mayo de 2011

HISTORIAS REALES (II PARTE): EXTRAÑO CASO EN GRANADA. 25 minutos, 40º.


Hola,

si os digo que todo lo que escribí en Historias Reales I, son eso, reales, os lo creeríais?

Siempre estoy con la cantinela de que las cosas que cuento a mis amig@s y conocid@s no deben creérselas del todo, en el fondo deben pensar que me lo invento, o incluso, que algunos de los famosos capítulos con desconocidos que normalmente terminan conmigo perdiendo los nervios, la educación y la paciencia, me los busco yo, vamos, que los provoco. A las pruebas me remito, y como dice alguno que conozco por ahí, será que me gustan mucho los líos...

Yo tengo que responder a esto que no es que me gusten, de hecho, cuando me meto en uno lo paso francamente mal, pero cuando estoy ante lo que considero una injusticia, un abuso o una falta de consideración y respeto, no puedo quedarme sin hacer nada. Tengo que poner en práctica el principio de acción-reacción. En el único caso que controlo mis instintos, aunque sepa que no tienen razón, es cuando estoy con los clientes. Ah, no, perdón, ellos siempre tienen razón.

Dicho y escrito esto, a modo de aclaración por lo que he podido contar en posts anteriores,- y cada uno que piense lo que quiera-, paso a relataros la segunda parte de estas historias, aunque de hecho, esto me pasó antes que lo que os he contado en Historias Reales I....y vosotros diréis, a quién le importa? Pues eso, que ya la estoy liando...


Situación: un bonito pueblo de la bonita ciudad de Granada.
Hora zulú: 11:30. Esperando a coger el autobús que nos llevará a mi tía y a mí a Granada.
Día: Del día no me acuerdo, alguno de julio, porque hasía tanta caló, que traía la cabesa nublá. Yo creo que el día era más zulú que la hora, unos 40º a la sombra.

Descripción del caso: el autobús llega puntual. Mi tía y yo charlamos animadamente porque nos encanta tener que pisar Graná con alguna excusa. Esta vez, ella tenía que resolver unas cosillas en la Seguridad Social. En el asiento de enfrente, de los que van volteados, va sentado un hombrecillo extraño que no me quita ojo. Ya empezamos. Me mira desde detrás de unas gafas oscuras. Tiene un bigote espeso que también me mira y todo él es redondito, como una mesa camilla. Igual piensa que no le veo, pero LE VEO. Me paso 25 minutos sentada en el bus con unos ojos y un bigote pegados a mi gepeto. Llego incómoda, como cuando se te mete el tanga por la rajilla del culete.

Echamos a andar mi tía y yo y de repente el hombrecillo, que está hablando en es-pa-ñol-des-pa-cio- con unos guiris, nos llama y nos pregunta si sabemos llegar a la Plaza de la Catedral. Pensamos que el hombrecillo redondo necesita ayuda, está metido en un lío. Claaaaaaaro que sabemos y se lo explicamos, pero lo que él quiere es que se lo expliquemos a los guiris.



Qué listo el hombrecillo de los cojones. Habla tú en inglés, no te jode. Bueno, los guiris que resultan ser holandeses, cosa que me relaja bastante porque podemos hablar tranquilamente en globish, y lo mejor de todo, entendernos, me miran con cara de alivio. Como nosotras vamos para allá, nos ofrecemos a acompañarlos. Lo que no entiendo, es porqué el hombrecillo redondo se apunta sin que nadie se lo pida y se pega a nosotras. Claro, que tampoco entiendo porqué en concreto se pega a MÍ y empieza a decirme que habla francés, alemán, japonés y algo de arameo....pero inglés no, jodío????

Me dice que él de pequeño (¿maaaáaaas?) se fue a Japón, que se llama Antonio, pero que en japonés es Noghishakoro o algo parecido (debió pedir permiso para el cambio de nombre en la agencia de Aquarius), y que él se siente japonés....y a mí la cabeza se me nubla y se me nubla, y me voy preguntando mientras caminamos porqué coño me cuenta ese rollo, a quién le importa, yo no le he preguntado..y él blablabla, que es profesor de la Universidad de Granada (en serio???? pues acabamos de pasar por delante..porqué no ha entrado? no tiene alumnos que le esperen ansiosos de ver ese bigote moverse???) y que cómo nos llamamos.


Mi tía ha desaparecido presa del pánico y me ha dejado sola ante el peligro. 300. Esto es Esparta. Allá voy. Le digo cómo me llamo y me hace una reverencia japonesa, allí, en medio de la calle de San Jerónimo, que ganas me dan de hincarme de rodillas y pedirle que pare esto por Dios, pero como soy espartana, sigo caminando. Los guiris creo que alucinan con las amistades españolas. Nos encontramos en la calle, y hala, ya contándonos nuestra vida. Cómo somos los españoles. No me extraña que a Nancy le diera por hacer una tesis (La tesis de Nancy, de R.J. Sender).

Totalmente mareada y sin saber cómo, llegamos a la puerta de nuestro destino. Creo que Antonio Redondo Listillo, alias Noghishakoro, ha puesto en práctica la técnica japonesa que utilizaron sus congéneres en la Segunda Guerra Mundial. Atontamiento y caída posterior del enemigo. Mi tía reaparece en la escena como por arte de magia. Me dan ganas de abrazarme a ella como si fuera un cupón de lotería premiado.

Anchonio, que sigue aquí, da la impresión de que quiere meterse con nosotras en el edificio, pero de repente, se me aclara la cabeza por un segundo y mirándole, le digo valientemente: bueeeno, pues que NOSOTRAS ya hemos llegado. Hasta luego....halaaaaaaa, a tomar por culo el japonés de los huevooooos. Es que lo pienso y me pregunto: con la de japoneses que hay en Granada, todos tan calladitos, con sus Canon colgadas de esos minicuellos que son un fideo de arroz, porqué he tenido que encontrarme yo con el único rollo maki con verborrea?

Entramos lo que se dice, fliping-fliping con tó la caló en el edificio granaíno de la Seguridad Social...mientras intentamos sacudir la cabeza para auto-resetearnos el disco duro, el guardia de seguridad de la entrada nos pide la identificación..la saco y me pregunta en plan chuletero que a dónde vamos. Se para el tiempo y el espacio. Le digo:....no lo sé...el guardia me mira un poco fliping, así, como nosotras, y me dice en perfecto andalú: po hija, zi no lo zabe tú...digo, joe, si es que yo no vengo a nada...el de seguridad que se pone la mano en la porra: mehtá vacilando???..no,no...lo que quiero decir es que es ELLA la interesada mientras la señalo con dedo acusador...mi tía ahí estaba la jodía, sin abrir la boca...total, 25 minutos sentadas esperando con el numerito del turno en la mano mientras mi tía se descojonaba de mí....

En fin, salimos de allí sin ningún percance más. Raro. Era como la una ya, hora zulú (más que nada porque cada vez estaba más negra) y a mi tía se le ocurre que podíamos endulzarnos la mañana con unos churritos con chocolate en la plaza de Bib-Rambla, que aunque no pegue mucho en esta época, cuando hay hambre, no hay pan duro ni chocolate demasiado caliente.


Bien, nos sentamos dentro, con el aire acondicionado para no morir en un infierno de Hansel y Gretel. A nuestro lado, una tierna abuelita que espera su encargo. Pedimos un chocolate cada una y una ración doble con 12 churros. El camarero que se siente guasón esta mañana, como no podía ser de otra manera, trae los chocolates, y como quien no quiere la cosa, me planta un platazo de 12 churracos en mi sitio y me dice que esa es sólo una ración, que me la tengo que comer entera y que ahora trae la otra. Me empiezo a marear de nuevo sólo mirando el plato...él se ríe en plan Joker, retumba en todo el local, y se va sin ni siquiera tranquilizarme diciendo que es una broma....qué cachondeo tenemos hoy en Granada, ehh???? No sé si es que ese día me había puesto la cara de gilipollas o qué...el caso que para salir del trance miro a la abuela que se estaba tomando su chocolate y veo que la muy gocha se está comiendo ella sola una ración de 12 churros!!!!!!!. Mi tía se descojona de mí de nuevo, y vaya, qué casualidad, ya han pasado otros 25 minutos. Cuando nos levantamos para irnos, vemos que le llega otra ración de 12 churros a la abuela. Joder con la vieja.


Total, que son las dos de la tarde, hora...de irse a casa ya. Caminamos como podemos sin derretirnos por la Gran Vía en pos del autobús de vuelta. De repente vemos un bulto extraño a lo lejos pero que se va acercando.Es una mujer,..vaya! sonríe a mi tía. Se conocen???? Cuando ya están cara a cara, la mujer bulto le suelta a mi tía: HORRIBLE!!!!!! HORRIBLE!!!!! mi tía me mira y me dice: pues hombre, tampoco soy tan fea..a mí me entran ganas de llorar y acabar con mi vida para desaparecer de este mundo cruel.

La mujer se para, y nos grita a nosotras entre toooda la gente que había para escoger en la Gran Vía: HORRIBLE EL CALÓ QUE HACE EN GRANÁ....Mi tía me dice: corre corre que no llegamos hoy a casa....!!! Esta vez soy yo la que se descojona...

Caso resuelto.
Y recordad...os puede pasar a vosotros...no penséis que estáis a salvo.

Besos,

July

miércoles, 11 de mayo de 2011

HISTORIAS REALES (I PARTE)


Hola,

si el otro día hablábamos de leyendas urbanas relacionadas con los chinos, hoy hablaremos de historias reales relacionadas con los moros (ellos) y los cristianos (nosotros).

La otra tarde íbamos mi marido y yo paseando con nuestra nena de un mes y medio por la calle, tranquilamente, a lo nuestro, con el carrito, mirando a la niña, con nuestras babillas, ya sabéis, apollardados, cuando de repente, aparece un hombre moro plantado en nuestro camino con una sonrisa misteriosa. Frenamos el carro tan en seco para no atropellarlo que un escupitajo de momia parecería reciente.


Una vez parados, nos fijamos en él y nos pareció que era un hombre de lo más normal, con su simpática barba, su uniforme reglamentario, chilaba y gorro, y de la mano derecha le salían unos paquetes de sábanas. Nos preguntó amablemente si queríamos comprarlas, a lo que contestamos que no, ya que de sábanas, entre el ajuar de mi abuela para la boda y el carrefour, estamos servidos. Entonces, tranquilamente, saca el brazo izquierdo con una motosierra.




A continuación, se nos ponen los ojos como platos, incluso nuestra nena se asoma por el cuco para ver si es cierto lo que ven sus ojos, yo me cago viva presa del pánico, miro a mi marido como haciéndome pis, es decir, como encogiendo las piernas mientras deambulo a izquierda y derecha, y pienso: vamos a moriiiiiiiiiiiirrrrrr!!!! Este puto loco quiere matarnos porque no queremos sus sábanas!!!! Y qué culpa tengo yo de que mi abuela me hiciera el ajuar, eh??? ehhh???

El hombre nos mira un poco confundido. Se encoge de hombros, pilla su motosierra y sus sábanas, y se va. Nos quedamos allí, en medio de la calle, yo histérica con el tacón partío de tanto deambular como una imbécil y mi marido todavía con el humillo del frenazo entre los pies.

Y esto fue lo que pasó.

Esto es una historia real y no lo de los chinos.

Besos,

July